Presentació

Baraka és una paraula d’origen àrab que significa alè vital, pura energia de vida, gràcia divina. Es diu que hi ha llocs amb una baraka especial. Entre ells, la música. La música és la bellesa l’allò més primordial que nia en nosaltres. En el batec del cor hi ha el ritme. En la respiració, la melodia. I en la relació amb tot allò que ens envolta, l’harmonia.

La música, com el perfum, és presència intangible. Entrar en ella és entrar en un espai preciós en què allò que és subtil pren cos, i on allò que és tangible esdevé subtil. Segons Mowlânâ Rûmî, la música, com el perfum, ens fa comprendre que vivim exiliats en aquest món, i alhora ens recorda allò que sabem i no obstant hem oblidat: el camí de retorn vers el nostre origen, vers casa nostra.

Habitar aquest espai preciós no pot fer-se només des de la raó. Aquest coneixement delicat i potent ha de ser degustat, encarnat, i per això Mowlânâ va ballar i va ballar, i va girar i girar i girar. D’aquest espai preciós de presència intangible és del què ens parlen els autors reunits en aquest blog. En un món com el que ens ha tocat viure, en què tantes velles estructures inservibles s’enfonsen, és responsabilitat de cadascú de nosaltres agafar-nos fort a aquells qui ens han indicat el camí, intentar comprendre´n els indicis, descobrir-ne les petjades ... i començar a girar.

Sigueu més que benvinguts a Baraka,

Lili Castella

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diumenge, 16 de desembre del 2012

shab-i 'arûs o 'noche de bodas'

 
 
El dhikr del corazón
 
Leili Castella
 
 

 
 

Los últimos rayos del sol poniente teñían de rojo el cielo de Konya, cuando Mevlânâ Rûmî, el gran maestro sufí persa, murió el 17 de diciembre de 1273. Cada 17 de diciembre los derviches mevlevíes celebran el shab-i 'arûs o 'noche de bodas', que es como se denomina al atardecer en que Mevlânâ Rûmî se fundió con la eternidad.  Es significativo de lo que representaba la muerte para Mevlânâ, el hecho de que, cuando con ocasión de su última enfermedad, un amigo fue a desearle una pronta recuperación, el Maestro le contestara: “Cuando entre el Amante y el Amado no hay más que una fina camisa, ¿cómo no deseas que la luz se una a la luz? Nuestra muerte, es nuestra boda con la eternidad”.

 Es por ello que Mevlâna había advertido a aquellos que estarían tentados en lamentarse tras su muerte:

…La unión y el encuentro serán por fin míos. (…)
La tumba nos vela la unión del Paraíso…
A ti te parece un ocaso: en realidad es una aurora”. (1)


 
 

Para Mevlânâ, la muerte tenía mucho de un acto de amor:

“Nuestra muerte es nuestra boda con la eternidad.
¿Cuál es su secreto? “Dios es Uno”.
El sol se divisa a través de las oberturas de la casa;
Cuando estas oberturas están cerradas, la multiplicidad desaparece. (…)
¡Oh Dios que confieres el don de la visión!
El ave de la visión vuela hacia Ti con las alas del deseo…” (2)
 

 
 
Dicen que la música no estuvo ausente de los funerales de Mevlânâ. Escribió Aflâqî que: “Lectores de Corán leían con dulce pronunciación versículos maravillosos; (…) los muecines llamaban con voz agradable a la oración de la Resurección; veinte grupos de cantantes excelentes recitaban cantos fúnebres que Mevlânâ él mismo había compuesto”. (3)

 Desde entonces, los derviches mevlevís de todo el mundo conmemoran el aniversario del 17 de diciembre celebrando el samâ’ u oratorio espiritual, realizando sesiones de dhikr y desgranando il·lahîs que se prolongan toda la noche. La profundidad de la dulzura que se vive estos días en Konya es indescriptible y queda grabada para siempre en el corazón de quien tiene la ocasión de vivirlos. Es una dulzura en absoluto edulcorada, sino potente y profunda, llena de matices: es dulce la compañía de los amigos con los que se comparten tantas cosas, son dulces los dulces que han dado fama a Konya, es dulce la mezcla curiosa de alegría y tristeza que se respira en los lugares más emblemáticos de  la ciudad, ¡hasta el frío agudo que reina en esta época en Konya y que se combate con innumerables vasos de reconfortante té, es dulce!
 
Y por encima de todo ello está,´por supuesto, la dulzura infinita que emana del lugar en que Mevlânâ descansa. Yâ Hazrat-i Mawlânâ...! Huuu .......!



 
 
Si les apetece, aquí tienen un bellísimo il·lâhi, precedido por unas frases del Na't-i Sharif, himno escrito por Mevlânâ Rûmî y compuesto por Buhurizade Mustafá Itri Efendi, dedicado al profeta Muhámmad, interpretado por un grupo de derviches bosnios. Sus voces verídicas y sinceras, sin artificio alguno, brotan directamente del corazón.


 
(1)  Mawlânâ Djalâl Od-Dîn Rûmî. Odes mystiques. Divân-E Shams-E Trabrîzî. Núm. 911.
(2)  Mawlânâ Djalâl Od-Dîn Rûmî. Odes mystiques. Divân-E Shams-E Trabrîzî. Núm. 833.
(3) De Vitray-Méyérovitch, Éva. Rûmî et le soufisme. Pág. 57.

 

dimarts, 11 de desembre del 2012

El sonido del aire

 
El sonido del aire
 
 
Leili Castella
 

 
 
El Corán conmina constantemente al ser humano a reflexionar sobre Sus signos y a ver Su teofanía en todo cuanto existe . Uno de Sus signos  más sutiles es el aire, cuyo sonido es a veces casi imperceptible, no puede ser aprehendido, ni tiene forma visible. Abû Hamid al-Ghazâlî (m. 1111), en su Kitâb al-tafakkur o Libro de la Meditación, nos recuerda la maravilla que supone que el aire sutil, mientras permanece en la concavidad hueca de las naves, impide que se hundan. “El aire no abandona la superficie interna de la nave; así una nave pesada, a pesar de su fuerza y solidez queda suspendida en el aire sutil como aquel que, a punto de caerse a un pozo, se agarra al borde de la ropa de un hombre robusto que resiste a fin de no precipitarse con él: la parte cóncava de la nave pende de los hilos del aire poderoso para no precipitarse al fondo del mar. Gloria a Aquel que hace que las enormes y pesadas naves pendan del aire ligero sin ataduras visibles ni nudos estrechos”. En verdad hay en ello signos para los que reflexionan…