Presentació

Baraka és una paraula d’origen àrab que significa alè vital, pura energia de vida, gràcia divina. Es diu que hi ha llocs amb una baraka especial. Entre ells, la música. La música és la bellesa l’allò més primordial que nia en nosaltres. En el batec del cor hi ha el ritme. En la respiració, la melodia. I en la relació amb tot allò que ens envolta, l’harmonia.

La música, com el perfum, és presència intangible. Entrar en ella és entrar en un espai preciós en què allò que és subtil pren cos, i on allò que és tangible esdevé subtil. Segons Mowlânâ Rûmî, la música, com el perfum, ens fa comprendre que vivim exiliats en aquest món, i alhora ens recorda allò que sabem i no obstant hem oblidat: el camí de retorn vers el nostre origen, vers casa nostra.

Habitar aquest espai preciós no pot fer-se només des de la raó. Aquest coneixement delicat i potent ha de ser degustat, encarnat, i per això Mowlânâ va ballar i va ballar, i va girar i girar i girar. D’aquest espai preciós de presència intangible és del què ens parlen els autors reunits en aquest blog. En un món com el que ens ha tocat viure, en què tantes velles estructures inservibles s’enfonsen, és responsabilitat de cadascú de nosaltres agafar-nos fort a aquells qui ens han indicat el camí, intentar comprendre´n els indicis, descobrir-ne les petjades ... i començar a girar.

Sigueu més que benvinguts a Baraka,

Lili Castella

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divendres, 25 de gener del 2013

Mawlîd an-Nabí


Mawlîd an-Nabí
(24 de enero de 2013 - 12 de rabi'a al-awwal de 1434)


Aniversario del nacimiento
del profeta Muhammad





 

Na'at-i sharîf


(Himno dedicado al profeta Muhammad)
Letra: Mawlânâ Rûmî (1207-1273)
Música: Buhûrizade Mustafá Itri Efendi (1640-1711)
Maqâm: Rast
(Traducción del persa: Halil Bárcena)

 

"¡Oh, nuestro amado maestro, amigo de la Verdad!
¡Oh, estimado de Al·lâh, profeta sin igual del creador!
Tú eres el ser más puro que Al·lâh ha escogido entre sus criaturas.
¡Oh, nuestro amigo y sultán! Eres el amigo del Eterno,
el más perfecto y exaltado ser del universo.
Eres el elegido entre los profetas y la luz de nuestros ojos.
Oh, nuestro amado maestro, amigo de la Verdad!
¡Oh, nuestro amigo y sultán, mensajero de Al·lâh!
Tú sabes bien cuán débil e indefenso es el hombre.
Tú eres el guía de los que nada tienen y de los humildes de espíritu,
amigo de la Verdad, nuestro sultán.
Eres el ciprés del jardín de los profetas.
Eres la primavera del jardín del conocimiento.
Eres el jacinto y el rosal del jardín de la profecía.
Eres el ruiseñor del mundo superior.
Shams de Tabrîz ha echado al aire alabanzas a la gloria del Profeta.
Eres el más puro, el elegido, el sublime, el elevado.
¡Oh, tú, que sanas los corazones!
Amigo íntimo de Al·lâh.
Amigo, amigo.






diumenge, 13 de gener del 2013

Las puertas

Una llamada a la puerta
 
Leili Castella
 




 
 
Si algo llama la atención al visitante de Stone Town, capital de la isla de Ugunja, que, junto a la de Pemba y otras menores, forman el archipiélago de Zanzíbar, es la belleza de sus puertas de madera magníficamente labradas. Las puertas eran signo del estatus social de los habitantes de la casa, y era lo primero que se montaba al construirla. Los picos de cobre que hay en algunas de ellas son reminiscencias de las lanzas que colocaban los hindúes del Punjab y los persas como elemento defensivo contra los elefantes, para que cuando se lanzasen contra ellas para derribarlas, se pincharan y retrocedieran.
 
Las decoraciones de las puertas de Stone Town dan cuenta de las múltiples influencias culturales que ha recibido la isla de Ugunja a lo largo de su historia, y así se reconocen elementos ornamentales de origen indio, persa, árabe o egipcio. Las puertas suelen incluir bellos llamadores (hodi),  y en la madera pueden verse tallas con versículos del Corán, olas marinas, palmeras, lotos y peces, todo ello para dar protección, fertilidad y riqueza a su propietario.
 
Durante años se produjo un expolio de puertas compradas por extranjeros, hasta que el Gobierno prohibió su venta, de modo que en la actualidad sólo pueden comprarse puertas nuevas. Ello, por cierto, ha reactivdo la artesanía dirigida tanto a restaurar las antiguas, como a elaborar las nuevas.
 
 
Es bien sabida la carga simbólica que contiene la puerta, a la que no es ajena la tradición sufí. En El sentido de la Unidad. La tradición sufí en la arquitectura persa, Ardalan y Bakhtiar explican que: "tanto la puerta de una ciudad como el capítulo de un libro, conocidos ambos como bâb, son el fin o el comienzo de un viaje. Independientemente de su escala, este paso fluido, de significado simbólico, puede extenderse a una "boca" o a un paso de montaña, donde los bajorrelieves anuncian la entrada a un "lugar" distinto". (1)
 
Precisamente por su riqueza simbólica, la puerta y sus sonidos aparecen con frecuencia en la obra del poeta y místico persa Mevlânâ Rûmî (m. 1273). Abrimos hoy, con esta entrada, una pequeña serie de citas de Mevlânâ dedicadas a este bello símbolo. En la que les presentamos en esta ocasión, la puerta y su sonido nos ayuda a reflexionar sobre la capacidad del ser humano de discernir entre lo aparente y lo realmente Real. Dice el maestro sufí de Konya:
 
"Puro es el Constructor que en el mundo invisible erige castillos de palabras y charla seductora. Has de saber que el habla es el sonido de la puerta del palacio del misterio: considera si es de apertura o de cierre. El sonido de la puerta es perceptible pero la propia puerta está más allá de la percepción: ves el sonido pero la puerta no la ves". (2)
 
(1) Nader Ardalan y Laleh Bakhtiar, El sentido de la Unidad. La tradición sufí en la arquitectura persa. Ediciones Siruela. Madrid, 2007. Pág. 149.
(2) Rûmî, Masnawî VI, versos 3480 y ss.
 
 
 

 
 

el kanga

El lenguaje del kanga

Leili Castella

 

Dice el Corán: “entre Sus portentos está… la diversidad de vuestras lenguas y colores” (Corán 30:22), siendo pues, la diversidad de Sus signos, expresión de la capacidad creadora de Al·lâh. Muchos son los tipos de lenguas y lenguajes que existen: algunos son orales, otros escritos, y otros visuales, aunque no por ello menos “sonoros” o claros: sólo hace falta conocer sus claves.

Uno de estos lenguajes “sonoros” y visuales lo hallamos en los kangas, coloridas y versátiles piezas de algodón que siempre se venden por pares, y  con las que se visten muchas mujeres en África. Como veremos, para la cultura swahili, los kangas son mucho más que un simple tejido. Su nombre proviene de un ave de guinea llamada precisamente kanga en lengua swahili, y que, al inicio, era el principal motivo decorativo de estas piezas de tela; posteriormente se introdujeron en ellas bellos motivos geométricos, florales, etc.

Un kanga mide aproximadamente un metro y medio de largo por uno de ancho. Se distingue en él una parte central (mji en swahili) adornada con motivos en colores vivos, y un borde (pindo) que recorre los cuatro costados y presenta motivos diferentes, si bien el conjunto mantiene una hermosa armonía por sus colores o motivos. Los kangas tienen muchas aplicaciones: se usan para vestir, pero también como pañuelo para la cabeza o como turbante, así como porta-bebé en la espalda. El caso es que acompañan a la mujer swahili durante toda su vida.
 

Además de sus usos prácticos, estas preciosas piezas de algodón tiene también múltiples funciones sociales y culturales. Así, cuando una pareja se casa, el hombre debe enviar a su futura esposa un hatillo hecho con un kanga lleno de ropa, utensilios e incluso joyas. Aunque lo que mostrará siempre con más orgullo la novia, será la cantidad de kangas que le regale su prometido. A lo largo de su vida en común, el hombre obsequiará kangas a la mujer para demostrarle su amor, y sería imperdonable que no le regalara uno al dar a luz, puesto que a un recién nacido siempre debe ser envuelto con un kanga acabado de cortar y que nadie haya utilizado: los viejos kangas se utilizarán como pañales.

En las bodas, las mujeres de ambas partes se ponen de acuerdo en el estampado que lucirán, como símbolo del acuerdo entre las dos familias. Las novias suelen llevar  un diseño de cruces y rosas en blanco, que significa la semilla masculina que van a recibir, rojo, que simboliza su virginidad, y negro, que presagia el dolor de la pérdida de su virginidad.

Toda mujer debe tener como mínimo tres kangas: uno para el dormitorio, otro para sus labores y otro para la oración.

En Zanzíbar las mujeres, cuando están en casa, atan una pieza bajo las axilas y la otra a la cintura. Si un hombre desconocido entra en casa, la segunda capa se levanta sobre la cabeza para ocultarla a ojos extraños.


El kanga es también vehículo de expresión entre  marido y  mujer: los colores rojo y negro indican que la mujer tiene la menstruación, el blanco que la ha terminado, y los colores brillantes, impregnados de perfume de jazmín y agua de rosas, que ella desea atraerlo. En caso de divorcio, la pareja intercambia un kanga que simboliza en fin de la unión.

Las viudas, durante el funeral, se tapan hasta las manos con el kanga y sólo muestran su cara. Y después de dar a luz, las mujeres se lo atan fuertemente alrededor del abdomen durante cuarenta días para ayudar a que el útero vuelva a su tamaño natural.

Cuando una persona musulmana muere, se le cubre de kangas mientras se la lava, y las andas en las que se le transporta van también cubiertas con un kanga.

Pero los kanga tienen aún otra una curiosa particularidad, y es que cada uno de ellos lleva impreso  en uno de sus márgenes un lema o consigna (jina). Dichos lemas o consignas pueden ser un sabio consejo o un proverbio inspirador o edificante, como por ejemplo “sina neno ila amr i ya mungu” (no expreso una palabra sino por deseo de Dios). En los últimos años se han visto incluso impresos lemas de contenido social o político.

 

En algunas ocasiones, las mujeres los usan también para lanzar mensajes no hablados, evitando así agrias discusiones cara a cara. Así, el kanga puede hacer conocer a las demás mujeres de la comunidad que una de ellas se acuesta con su marido, o jactarse, quien lo viste, de sus propias habilidades amatorias.

Todo un mundo pues de belleza, feminidad y sutileza... Y quizás, para acabar, un consejo: si se decide adquirir un kanga, quizá no estará de más ser conocedor del mensaje que contiene…


divendres, 11 de gener del 2013

Mev. Rûmî y el 'ûd

Mevlânâ Rûmî y el 'ûd

Leili Castella



 

Es sello propio de Mevlânâ Rûmî (m. 1273), el haber utilizado la música como vía de conocimiento espiritual. Numerosísimas son las citas en su obra que aluden a la música o a los instrumentos musicales. En esta ocasión, el maestro persa de Konya utiliza por analogía el 'ûd, para  mostrar la necesidad del ser humano de vaciarse de todo aquello que no sea Él (fanâ), con objeto de acceder al tesoro que anida en lo más profundo de nosotros mismos (baqâ). A veces es necesario un larguísimo viaje para comprender que aquello que tanto anhelamos está más cerca de nosotros que nuestra propia vena yugular.
 
En el sexto volumen del Masnawî, Mevlânâ Rûmî, escribe una historia a propósito de un hombre que, habiendo heredado dinero y tierras, lo malgastó todo y quedó indigente y en la miseria.  Vivía en Bagdad, y una noche soñó que encontraría un tesoro en el Cairo. Llegado allí, comprendío que no debía buscar más que en su propia casa aunque, paradójicamente, sólo obtuvo realmente el tesoro en El Cairo. 
 
Escribe Mevlânâ:
 
"Su dinero, muebles y casa desaparecieron: se quedó como los búhos en los desiertos. Exclamó: "Oh Señor, Tú proveíste, la provisión se ha ido: dame alguna o envíame la muerte". Cuando se quedó vacío, comenzó a llamar a Dios: empezó con la canción de "¡Oh Señor!" y "¡Oh Señor, protégeme!". Puesto que el Profeta dijo que el verdadero creyente es un laúd (mizhar) que hace música sólo cuando está vacío, porque en cuanto se llena, el juglar lo deja, no te llenes, pues dulce es el contaco de Su mano. Vacíate y quédate contento entre Sus dos dedos, pues "donde" está intoxicado con el vino de "en ningún sitio". La obstinación se fue y soltó el agua de sus ojos: sus lágrimas regaron las cosechas de la devoción." (*)

(*) Rûmî, Masnawî VI, versos 4210 y siguientes.