El
lenguaje del kanga
Leili Castella
Dice
el Corán: “entre Sus portentos está… la
diversidad de vuestras lenguas y colores” (Corán 30:22), siendo pues, la
diversidad de Sus signos, expresión de la capacidad creadora de Al·lâh. Muchos
son los tipos de lenguas y lenguajes que existen: algunos son orales, otros
escritos, y otros visuales, aunque no por ello menos “sonoros” o claros: sólo
hace falta conocer sus claves.
Uno
de estos lenguajes “sonoros” y visuales lo hallamos en los kangas, coloridas y versátiles piezas de algodón que siempre se
venden por pares, y con las que se
visten muchas mujeres en África. Como veremos, para la cultura swahili, los kangas son mucho más que un simple tejido.
Su nombre proviene de un ave de guinea llamada precisamente kanga en lengua swahili, y que, al inicio, era el principal motivo decorativo de estas piezas de tela; posteriormente se introdujeron en ellas bellos motivos geométricos, florales, etc.
Un kanga mide
aproximadamente un metro y medio de largo por uno de ancho. Se distingue en él una
parte central (mji en swahili) adornada con motivos en colores vivos, y un
borde (pindo) que recorre los cuatro costados y presenta motivos
diferentes, si bien el conjunto mantiene una hermosa armonía por sus colores o
motivos. Los
kangas tienen muchas aplicaciones: se
usan para vestir, pero también como pañuelo para la cabeza o como turbante, así
como porta-bebé en la espalda. El caso es que acompañan a la mujer swahili durante
toda su vida.
Además
de sus usos prácticos, estas preciosas piezas de algodón tiene también múltiples
funciones sociales y culturales. Así, cuando una pareja se casa, el hombre debe
enviar a su futura esposa un hatillo hecho con un kanga lleno de ropa, utensilios e incluso joyas. Aunque lo que
mostrará siempre con más orgullo la novia, será la cantidad de kangas que le regale su prometido. A lo
largo de su vida en común, el hombre obsequiará kangas a la mujer para demostrarle su amor, y sería imperdonable
que no le regalara uno al dar a luz, puesto que a un recién nacido siempre debe ser envuelto con un kanga acabado de
cortar y que nadie haya utilizado: los viejos kangas se utilizarán como pañales.
En
las bodas, las mujeres de ambas partes se ponen de acuerdo en el estampado que
lucirán, como símbolo del acuerdo entre las dos familias. Las novias suelen
llevar un diseño de cruces y rosas en
blanco, que significa la semilla masculina que van a recibir, rojo, que
simboliza su virginidad, y negro, que presagia el dolor de la pérdida de su
virginidad.
Toda
mujer debe tener como mínimo tres kangas:
uno para el dormitorio, otro para sus labores y otro para la oración.
En
Zanzíbar las mujeres, cuando están en casa, atan una pieza bajo las axilas y la
otra a la cintura. Si un hombre desconocido entra en casa, la segunda capa se
levanta sobre la cabeza para ocultarla a ojos extraños.
El
kanga es también vehículo de expresión
entre marido y mujer: los colores rojo y negro indican que la
mujer tiene la menstruación, el blanco que la ha terminado, y los colores
brillantes, impregnados de perfume de jazmín y agua de rosas, que ella desea
atraerlo. En caso de divorcio, la pareja intercambia un kanga que simboliza en fin de la unión.
Las
viudas, durante el funeral, se tapan hasta las manos con el kanga y sólo muestran su cara. Y después
de dar a luz, las mujeres se lo atan fuertemente alrededor del abdomen durante
cuarenta días para ayudar a que el útero vuelva a su tamaño natural.
Cuando
una persona musulmana muere, se le cubre de kangas
mientras se la lava, y las andas en las que se le transporta van también cubiertas
con un kanga.
Pero
los kanga tienen aún otra una curiosa
particularidad, y es que cada uno de ellos lleva impreso en uno de sus márgenes un lema o consigna (jina).
Dichos lemas o consignas pueden ser un sabio consejo o un proverbio inspirador
o edificante, como por ejemplo “sina neno
ila amr i ya mungu” (no expreso una palabra sino por deseo de Dios). En los
últimos años se han visto incluso impresos lemas de contenido social o
político.
En
algunas ocasiones, las mujeres los usan también para lanzar mensajes no hablados,
evitando así agrias discusiones cara a cara. Así, el kanga puede hacer conocer a las demás mujeres de la comunidad que
una de ellas se acuesta con su marido, o jactarse, quien lo viste, de sus propias
habilidades amatorias.
Todo un mundo pues de belleza, feminidad y sutileza... Y quizás, para acabar, un consejo: si se decide adquirir un kanga,
quizá no estará de más ser conocedor del mensaje que contiene…