Una silla vacía
Leili Castella
Aún hoy existen en Istanbul personas que tuvieron la inmensa suerte de conocer a Aziz Çinar, o mejor dicho, a Aziz Baba, que es como le llamaban aquellos que vivieron bajo su baraka (palabra de origen árabe que significa fuerza divina, gracia, protección). Aziz Baba, shayj de la tariqa u orden sufí Arusia, tenía una personalidad carismática. Cuenta de él Kudsi Erguner [1] que "era un hombre impresionante; muy alto y con el cráneo casi rasurado, con una nariz enorme, unos espesos bigotes, y unos ojos negros y brillantes. Era muy apreciado y respetado por sus discípulos, que se desvivían para atender hasta el último de sus deseos. Humilde y modesto, tenía un gran sentido del humor, muy refinado."
Aziz Baba vivió de pleno las consecuencias de la promulgación, en 1925, por parte de la entonces recién creada República de Turquía, de una ley prohibiendo el sufismo, sus distintas manifestaciones, tanto públicas como privadas, y todos los focos en se ponía en práctica. Llegó un momento en que Aziz Baba ya no pudo reunir a sus discípulos ni en su propia casa, por lo que no le quedó otro remedio que convocar los encuentros en un minúsculo café situado al lado de la mezquita principal del barrio istanbulí de Üsküdar, regentado por uno de sus discípulos. Resultaba así que cada martes, el café se transformaba en un lugar de reunión para derviches, en que se practicaba el dhikr [2] y se escuchaban las palabras del entrañable Shayj.
Si por algo se distinguen los derviches es por su adab, es decir, por su forma de saber estar y de saber hacer, que se traduce en gestos de una sensibilidad exquisita. En un bellísimo ejemplo de ello, la silla en que se sentaba Aziz Baba cada martes, se dejaba vacía el resto de la semana. Cuenta Erguner que a los clientes habituales jamás se les habría ocurrido sentarse en ella. Y en el caso de algún cliente ajeno a la situación, ya se encargaba el gerente de darle a entender que tal silla estaba reservada.
La silla vacía se hacía así eco del dhikr, de las palabras y en definitiva de la presencia benéfica de aquel hombre sabio y bondadoso.
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[1] Kudsi Erguner, La fuente de la separación. Oozebap, 2009. Pág. 51.
[2] Dhikr: recuerdo y remembranza de Dios; práctica sufí por excelencia. Definición recogida en Sufismo, de Halil Bárcena. Fragmenta Editorial, 2012.