La presencia silente
Leili Castella
En los lugares de presencia del islam, es frecuente ver a las personas sosteniendo en las manos su tesbih y haciendo pasar sus cuentas, mientras realizan las tareas normales y corrientes en las que ocupamos nuestra vida cotidiana: ir al mercado, cuidar los negocios, trasladarnos en transporte público, etc. Es seguramente una manera de encarnar eso a lo que los sufíes se refieren cuando hablan de 'vivir en el mundo sin ser de este mundo', o de 'ser y estar en el mundo, pero vuelto siempre hacia el interior'. "Jalvat dar anyumân" que en persa quiere decir 'retiro en sociedad', fue la expresión que acuñó el maestro persa Bahauddín
Naqshaband (m. 1389), fundador de la tarîqa o vía sufí naqshabandî, para referirse a esta particular forma de vivir, 'retirado en el mundo', que constituyó uno de los pilares y a la vez uno de los ejercicios prácticos utilizados en la citada vía sufí.
Y es que seguramente la espiritualidad consiste en hacer lo que hay que hacer en cada momento, teniendo presente y recordando, aunque sea en silencio, la dimensión sagrada de nuestro existir.
En cierta ocasión, le preguntaron al gran maestro sufí persa Bayazîd Bistâmî (m. 874) qué era lo que identificaba al verdadero derviche, a lo que el maestro contestó:
“Es que le veas comiendo y bebiendo en
tu compañía, bromear contigo, venderte o comprarte algo, mientras que su corazón
está en el reino de la santidad divina. Ése es el signo más prodigioso".
Como expresa Halil Bárcena, "la experiencia del sufismo es la experiencia de la Vida. Eso sí, Vida con mayúsculas. La espiritualidad sufí no es simplemente una parte de la realidad humana, un añadido más a nuestro vivir, sino la totalidad de lo que en verdad significa ser realmente humano." [1]
Huuuuuuuuu..........
[1] Halil Bárcena, Sufismo. Fragmenta Editorial, 2012. Pág. 29.