Presentació

Baraka és una paraula d’origen àrab que significa alè vital, pura energia de vida, gràcia divina. Es diu que hi ha llocs amb una baraka especial. Entre ells, la música. La música és la bellesa l’allò més primordial que nia en nosaltres. En el batec del cor hi ha el ritme. En la respiració, la melodia. I en la relació amb tot allò que ens envolta, l’harmonia.

La música, com el perfum, és presència intangible. Entrar en ella és entrar en un espai preciós en què allò que és subtil pren cos, i on allò que és tangible esdevé subtil. Segons Mowlânâ Rûmî, la música, com el perfum, ens fa comprendre que vivim exiliats en aquest món, i alhora ens recorda allò que sabem i no obstant hem oblidat: el camí de retorn vers el nostre origen, vers casa nostra.

Habitar aquest espai preciós no pot fer-se només des de la raó. Aquest coneixement delicat i potent ha de ser degustat, encarnat, i per això Mowlânâ va ballar i va ballar, i va girar i girar i girar. D’aquest espai preciós de presència intangible és del què ens parlen els autors reunits en aquest blog. En un món com el que ens ha tocat viure, en què tantes velles estructures inservibles s’enfonsen, és responsabilitat de cadascú de nosaltres agafar-nos fort a aquells qui ens han indicat el camí, intentar comprendre´n els indicis, descobrir-ne les petjades ... i començar a girar.

Sigueu més que benvinguts a Baraka,

Lili Castella

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diumenge, 7 d’abril del 2013

Bebo Valdés


Bebo Valdés o el arte del sabor
Leili Castella
 
 

 

 
"El día que yo muera, no se pongan tristes, pongan música, tomen ron, mucho ron, bailen, diviértanse, así los quisiera ver": Éste era el deseo de Beblo Valdés, pianista y auténtica leyenda de la música cubana que nos dejó el pasado 22 de marzo, a la edad de 94 años, en la ciudad de Estocolmo. Valdés protagonizó incontables momentos de oro de la música cubana, fue el precursor de las famosas descargas de jazz afrocubano y creador de un ritmo propio, la batanga, que nace en la isla en los años cincuenta. Era padre de otro pianista y compositor genial, Cucho Valdés, con quien grabó Bebo y Chucho Valdés, Juntos para siempre, un homenaje en el que padre e hijo repasaron juntos el repertorio y los ritmos de la música cubana que siempre tocaron juntos y que Bebo interpretó como nadie.

Con el ADN de la música cubana en su sangre, desde su infancia compaginó el piano con su vocación de arreglista y compositor. Entre 1948 y 1957, tocó con su orquesta Sabor de Cuba en el mítico Tropicana de La Habana, y allí compartió escenario con grandes artistas norteamericanos, incluido Nat King Cole. Después los compartiría con artistas de la talla de Benny Moré o Lucho Gatica.

En 1960, en medio de una gira, Bebo Valdés decidió exiliarse en Estocolmo (Suecia), donde se casó y rehízo su vida. Con toda humildad, y sin ningún afán de protagonismo, no dejó de tocar cada noche en el piano-bar de un hotel de la capital sueca, hasta que, en 1994, lo llamó el gran Paquito de Rivera y le invitó a grabar Bebo Rides Again, una colección de clásicos cubanos y temas originales de Valdés. En el año 2000, fue el cineasta Fernando Trueba quien le invitó a participar en su película Calle 54, lo que le brindó la ocasión de reencontrarse en un escenario con su hijo Chucho y también con viejos amigos como Israel López Cachao y Patato Valdés, con los que grabó El arte del sabor, premiado con un Grammy en 2001, y al que siguieron otros álbumes igualmente impagables.

 
 
De entre ellos destacamos Lágrimas negras, un álbum de temas cubanos con alma gitana realizado con el cantaor Diego el Cigala y del que les ofrecemos al final de estas líneas el tema “Se me olvidó que te olvidé” . Sólo hace falta escuchar su música y ver sus bellísimas y finas manos deslizándose sobre el teclado para comprender la alegría, la bondad y la gracia que emanaba de este músico excepcional. Dicen los que le conocieron que todo en él desprendía la elegancia interior y exterior de un auténtico caballero. Su amor por el trabajo bien hecho fue reconocido por todos aquellos que tuvieron la suerte de tocar con él. Pero si algo desprende su música es su generosidad y el estar en posesión del secreto del ritmo. Escuchen si no el baile que se marca con Javier Colina al contrabajo e Israel Porrina “Piraña”, al cajón. Pura delicia… Se nos olvidará olvidarle, maestro.
 
Un dúo sin desperdicio entre Bebo y Chucho Valdés:
 
Se me olvidó que te olvidé: