Presentació

Baraka és una paraula d’origen àrab que significa alè vital, pura energia de vida, gràcia divina. Es diu que hi ha llocs amb una baraka especial. Entre ells, la música. La música és la bellesa l’allò més primordial que nia en nosaltres. En el batec del cor hi ha el ritme. En la respiració, la melodia. I en la relació amb tot allò que ens envolta, l’harmonia.

La música, com el perfum, és presència intangible. Entrar en ella és entrar en un espai preciós en què allò que és subtil pren cos, i on allò que és tangible esdevé subtil. Segons Mowlânâ Rûmî, la música, com el perfum, ens fa comprendre que vivim exiliats en aquest món, i alhora ens recorda allò que sabem i no obstant hem oblidat: el camí de retorn vers el nostre origen, vers casa nostra.

Habitar aquest espai preciós no pot fer-se només des de la raó. Aquest coneixement delicat i potent ha de ser degustat, encarnat, i per això Mowlânâ va ballar i va ballar, i va girar i girar i girar. D’aquest espai preciós de presència intangible és del què ens parlen els autors reunits en aquest blog. En un món com el que ens ha tocat viure, en què tantes velles estructures inservibles s’enfonsen, és responsabilitat de cadascú de nosaltres agafar-nos fort a aquells qui ens han indicat el camí, intentar comprendre´n els indicis, descobrir-ne les petjades ... i començar a girar.

Sigueu més que benvinguts a Baraka,

Lili Castella

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dimecres, 23 d’abril del 2014

Sant Jordi

 
Diada de Sant Jordi
 
23 d'abril de 2014
 
 
 
 
Ara, a la primavera, quan l'univers és blau,
hi ha una llum igual al paisatge i en ella.
Les llunyanies d'or saben secrets de pau,
i el capaltard arriba amb un bleix tan suau
que fóra cada llàgrima la imatge d'una estrella
en una aigua secreta. Un torb, però, només,
faria buida i orba la seva pregonesa
tèrbola, sota cels terribles i propers...
 
Abril que fas florir les roses i els llorers,
dóna dies ben clars a la meva tristesa!
 
Un altre abril, Màrius Torres (1910-1942)
 
 
 

dimarts, 15 d’abril del 2014

En el bazar de Esfahân

 
Los sonidos del bazar de Esfahân

Leili Castella


  
 
 
 
Adentrarse en el bazar de la ciudad iraní de Esfahân es adentrarse en un mundo sonoro muy especial y de gran riqueza. Es especial por cuanto nos acerca a la sonoridad del mundo tradicional, no en vano los arqueólogos han constatado que estos particulares centros comerciales existían en el actual Irán desde hace más de diez mil años; y de gran riqueza, dada la variedad infinita de sonidos que en él pueden percibirse: el repicar de los orfebres, el trasiego de carros, las conversaciones de café, etc. Los bazares son en definitiva una explosión  de sonido, de color, de olores y de sentidos. Dícese que "bazar" deriva del término de la lengua persa media wâzâr, la cual posiblemente derive a su vez de bahâchâr, el lugar de los precios. Originado en la zona de influencia de Persia, el concepto de bazar se transportó a zonas distantes de miles de kilómetros entre sí.
 
De entre todos los sonidos que el viajero puede percibir en el bazar de Esfahân, hay uno que fascina especialmente: el de las conversaciones entre compradores y vendedores. El bazar es la máxima expresión de la oralidad, rasgo que precisamente define la civilización islámica, y el regateo, lejos de ser un mero entretenimiento o una curiosidad para el turista, es una transacción comercial en toda regla a la vez que una forma precisa y flexible de ajustar los precios casi diariamente en función de las vicisitudes de los mayoristas, fabricantes, artesanos, proveedores de materias primas y transportistas.  Pero en el mundo tradicional, una transacción comercial es también un intercambio oral de conocimiento y de experiencia entre el comprador y el vendedor. Se adivina que hay mil refranes, rituales, gestos y habilidades a la hora de regatear que para todos los iraníes resultan fundamentales para que un individuo adquiera una mayoría de edad social.
 
 
 

 
 
Como bien explica Alfred G. Kavanagh [1], los bazares son el lugar por excelencia de la vida pública en el mundo islámico, y las transacciones comerciales y todo lo que presuponen, poseen una significación trascendente para los musulmanes. No hay que olvidar que, en su juventud, el profeta Muhámmad fue comerciante y participó en numerosas expediciones comerciales actuando como agente de su primera esposa, Khadija. Estos viajes realizados antes de su misión profética tuvieron un gran impacto en su visión posterior de la comunidad musulmana.
 
Traditional carpet bazaar in Isfahan Province, Central Iran
 
Por si cupiera alguna duda acerca de su importancia, cabe añadir que las transacciones comerciales aparecen citadas en el Corán en más de una ocasión, como es el caso de la azora 2.275-276, la cual contiene una sanción divina a favor del comercio y una condena radical a cualquier forma de usura. Reseña Kavanagh que "En la época pre-islámica los préstamos realizados con un elevado interés por algunas tribus judías a los comerciantes de la Meca habían terminado por arruinarles. De ahí que uno de los pilares del comercio islámico se base en la prohibición de prestar dinero o cualquier bien a cambio de recibir un interés".  Y es que, concluye Kavanagh, "la transacción comercial sujeta a las prescripciones coránicas representa la mejor expresión de la justicia entre los hombres y sobre todo  contribuye a la expansión de la comunidad de los creyentes".
 
 
 [1] Kavanagh, Alfred G., Irán por dentro. La otra historia. J. J. de Olañeta, Palma de Mallorca, 2010, págs. 652 a 656.