Bebo Valdés o el arte del
sabor
Leili Castella
"El día que yo muera, no se pongan tristes, pongan música, tomen ron, mucho ron, bailen, diviértanse, así los quisiera ver": Éste era el deseo de Beblo Valdés, pianista y auténtica leyenda de la música cubana que nos dejó el pasado 22 de marzo, a la edad de 94 años, en la ciudad de Estocolmo. Valdés protagonizó incontables momentos de oro de la música cubana, fue el precursor de las famosas descargas de jazz afrocubano y creador de un ritmo propio, la batanga, que nace en la isla en los años cincuenta. Era padre de otro pianista y compositor genial, Cucho Valdés, con quien grabó Bebo y Chucho Valdés, Juntos para siempre, un homenaje en el que padre e hijo repasaron juntos
el repertorio y los ritmos de la música cubana que siempre tocaron juntos y que
Bebo interpretó como nadie.
Con el ADN de la música cubana en su sangre, desde su infancia compaginó el piano con
su vocación de arreglista y compositor. Entre 1948 y 1957, tocó con su orquesta
Sabor de Cuba en el mítico Tropicana
de La Habana, y allí compartió escenario con grandes artistas norteamericanos,
incluido Nat King Cole. Después los compartiría con artistas de la talla de Benny
Moré o Lucho Gatica.
En 1960, en medio de una
gira, Bebo Valdés decidió exiliarse en Estocolmo (Suecia), donde se casó y rehízo
su vida. Con toda humildad, y sin ningún afán de protagonismo, no dejó de tocar cada noche en el piano-bar de un
hotel de la capital sueca, hasta que, en 1994, lo llamó el gran Paquito de Rivera y le invitó a grabar Bebo Rides
Again, una colección de clásicos cubanos y temas originales de
Valdés. En el año 2000, fue el cineasta Fernando Trueba quien le invitó a
participar en su película Calle 54, lo que le brindó la ocasión de
reencontrarse en un escenario con su hijo Chucho y también con viejos amigos
como Israel López Cachao y Patato Valdés, con los que grabó El arte del sabor, premiado con un
Grammy en 2001, y al que siguieron otros álbumes igualmente impagables.

De entre ellos destacamos Lágrimas negras, un álbum de temas cubanos con alma gitana
realizado con el cantaor Diego el Cigala y del que les ofrecemos al final de estas líneas el tema “Se me olvidó que te olvidé” . Sólo hace falta escuchar su música y ver sus bellísimas y finas
manos deslizándose sobre el teclado para comprender la alegría, la bondad y la
gracia que emanaba de este músico excepcional. Dicen los que le conocieron que
todo en él desprendía la elegancia interior y exterior de un auténtico
caballero. Su amor por el trabajo bien hecho fue reconocido por todos aquellos
que tuvieron la suerte de tocar con él. Pero si algo desprende su música es su
generosidad y el estar en posesión del secreto del ritmo. Escuchen si no el
baile que se marca con Javier Colina al contrabajo e Israel Porrina “Piraña”,
al cajón. Pura delicia… Se nos olvidará olvidarle, maestro.
Un dúo sin desperdicio entre Bebo y Chucho Valdés:
Se me olvidó que te olvidé: